El Granaíno tiene fama de tener una de las mejores barras de la provincia de Alicante y no es de extrañar ya que el amor por la cocina, el respeto tanto al producto como a los productores locales y un recetario de legado familiar, hacen de éste un establecimiento único. ‘Comer, beber y vivir’, con esta filosofía, abrió sus puertas en la década de los 60 su fundador, Ramón Martínez, procedente de Cúllar (Granada). Ramón era un hombre con inquietudes y esto hizo que el negocio empezara a despuntar rápidamente. De hecho de su ubicación inicial, junto a la Calahorra, se trasladó en unos años a la calle José María Buck 40, donde encontró un espacio mucho mayor donde poder prosperar con la ayuda de sus hijos Pedro, Ramón y Loli. Hoy en día la continuidad del restaurante sigue en el seno familiar con la incorporación de Begoña y Odón Martínez, tercera generación y actuales propietarios.
Odón ha cogido las riendas de la cocina. Su formación académica y el haber trabajado en grandes restaurantes de referencia internacional avalan su buen hacer. De hecho compagina desde hace años su trabajo en el Granaíno con la impartición de cursos y talleres. Por su parte, Begoña dirige el funcionamiento de la Sala. Tanto ella como Odón, permanecen atentos a las tendencias en cocina, servicio, dirección y protocolo de la restauración más actual.
Carrer Josep Maria Buck, 40
Elche Alicante
España
Una carta variada y auténtica
Y es que la clave del éxito de El Granaíno no ha sido otra que saber adaptarse a las nuevas exigencias gastronómicas, pero sin perder esa esencia tradicional que arranca en 1964. Así pinchos, platos de cuchara, montaditos y tapas conforman mayoritariamente su amplia carta. Y todo esto en un espacio que nos recuerda el ambiente tradicional de las tabernas de Granada pero, eso sí, con todos los ingredientes de una barra alicantina. Pero, ¿qué debe tener una de estas barras? La respuesta está clara: tiene que combinar productos humildes con auténticas joyas gastronómicas (y de esto en la zona van más que sobrados). Ejemplo de ello son la quisquilla, la gamba roja, gamba blanca, la merluza y gazpachuelo de gambitas, el bacalao al pil pil con puerros a la brasa y vinagreta de ceniza o la langosta a la brasa con huevo frito. Todo producto fresco que los mismos hermanos Martínez se encargan de seleccionar y comprar diariamente en la Lonja de Santa Pola.
En cuanto a los platos de carácter más tradicional encontramos el rabo de toro estofado al amontillado, las manitas de cerdo guisadas en su salsa o los callos con garbanzos al estilo de siempre. Imperdibles también son sus arroces como el meloso de salmonete con sepia y gamba blanca o el arroz con costra. Se trata de un arroz muy contundente y cuya característica principal es su costra superior de huevo que le aporta una gran esponjosidad.
Pero la propuesta gastronómica de El Granaíno es tan amplia como su espacio que se encuentra separado en distintos ambientes: barra, comedor, terraza y bodega. Y lo mejor de todo, con una carta prácticamente común que puedes degustar en cualquiera de estas zonas. ¿Cómo resistirse a las bondades del clima mediterráneo y degustar un montadito Califa (choricillo, huevo de codorniz y Padrón o el mini kraken (calamares a la andaluza y mahonesa cítrica) desde la terraza?
Porque tanto Begoña como Odón lo tienen claro, el cliente manda. Porque lo que hace grande una cocina es el producto, la tradición, la honestidad y la sencillez pero lo que hace perdurable un negocio es el respeto y el cariño con el que se trata al cliente. Larga vida le auguramos a El Granaíno.